Personajes
de la Colonia Yucatán: Jaime Contreras Polanco. ( 1ª parte)
Del
libro Colonia Yucatán decadencia y migración (La historia de sus hombres y
mujeres exitosos)
Presentamos
a la memoria de don Jaime Contreras el artículo que bajo el nombre: Jaime
Contreras , de Cenotillo a la Colonia Yucatán fue publicado en el 2013.
Don
Jaime , amigo de mi familia falleció hace algunos
meses en esta ciudad de Mérida después de pasar gran parte de su vida en la
Colonia Yucatán y sus años finales en su casa de la colonia Alemán en la ciudad
de Mérida, lugar donde fue realizada esta
entrevista previamente acordada con el y sus hijos .
“JAIME
CONTRERAS POLANCO, DE CENOTILLO A LA COLONIA YUCATÁN.”
“Sin
lugar a dudas don Jaime Contreras fue también uno de los más importantes
personas que se destacaron desde su llegada a la Colonia Yucatán, tanto que se
convirtió con el tiempo en gente de todas las confianzas del Ing. Alfredo
Medina Vidiella , e incluso lo invitó a
participar en la aventura maderera que
dirigió en Tumaco, Colombia. “
“Jaime
Contreras Polanco originario de
Cenotillo se casó con doña Irma Ricalde
Martín en la Colonia Yucatán en el año de 1945. De este matrimonio
nacieron sus hijos: Guadalupe, Cruz, Jaime, Vinicio,
Leticia, Elvia, Mimí , todos
profesionales. “
“Jaime
Contreras llega a Colonia Yucatán junto con Tránsito Arias y Diego Núñez en un
camión que había partido a Tizimín para traer una orquesta que nunca llegaría.
Esta comisión se la habían encargado a Abraham Martín y un chofer, quienes para
no regresar solos decidieron darles el ride
(aventón) a este grupo de jóvenes originarios de Cenotillo, la tarde del 11 de
octubre de 1940. Desde entonces han transcurrido más de 70 años, y parece que
el tiempo se ha ido entre los dedos, la vida ha transcurrido como en un
telefilme, al que uno quisiera echar de nuevo hacia atrás para volver a mirar
aquellas escenas que tanto gozo nos causaron. De momento, y mientras hablamos,
se agolpan tantos recuerdos en mi memoria, dice el buen Jaime, que recuerdo
claramente como si fuera ayer que al día siguiente de mi llegada a la Colonia,
fui contratado de inmediato para trabajar en las fábricas derivado de una
recomendación que hizo sobre mí, mi paisano
Antonio Cetina. Entonces me dije- a eso vine a trabajar y ganarme el pan
con el sudor de mi frente - y enseguida
me puse en acción. A eso había venido y
no quería perder ningún momento, lo importante era demostrar el interés, que se
dieran cuenta lo que uno puede llegar a valer por trabajar con total
disposición. “
“Mi
primera chamba fue la de enganchador de
rolos y consistía en enganchar los rolos por medio de unos ganchos que se
ponían a los troncos para luego por medio de una pluma de grúa entregarlas al serrote donde se ponían las medidas adecuadas
para que luego pasaran al torno. Era un trabajo muy arriesgado y difícil, pues
debido a que se encontraba de por medio el cenote de la fábrica respecto a
donde estaban los entongaderos y los tornos, tenía que dar toda la vuelta al cenote
una y otra vez para enganchar dichos rolos. El turno era de 6 de la tarde a 6 de la mañana o de 6 de la
mañana a 6 de la tarde, o sea 12 horas continuas de trabajo- así de duro era el
trabajo. “
“Pero
un día y ya cansado de este procedimiento le dije así al que era mi jefe ¡don Nacin, ya me cansé de esto, voy hacer el trabajo,
pero de otra manera¡ ¿y cual, si se
puede saber?, preguntó. Mire, yo me cuelgo de los ganchos de la grúa y me cruza
sobre el cenote, llego al entongadero,
engancho el rolo que ya tiene
medida, me paro en el tronco y me agarro de los ganchos, y así le damos, y me cruza usted otra vez, y así
será más rápido, bueno hasta tiempo vamos a tener de descansar, para dormir una
o dos horas. “
“Entonces
al aplicar esta técnica, cuando me tocaba el turno de 6 de la tarde a 6 de la
mañana, podíamos descansar aunque fuera un rato , los dos. Recuerdo que en esa
área del entongadero detrás del cenote habían muchos rolos de yaxché que cuando se pudrían por la
humedad y las lluvias se volvía dificultoso caminar sobre ellos, ya que al pisarlos se hundían mis pies, lo que me
causaba dolores en las piernas y me
sacaban ampollas y unos granos que
llegaban a doler durante mucho tiempo. Este trabajo, tenía sus riesgos y sus
inconvenientes, pero cuando uno es joven, y tiene fuerza, ganas, destreza,
habilidad, todo se hace fácil. No medía el peligro que representaba estar casi
todo el día colgado de los ganchos de las grúas que levantaban los rolos desde
el entongadero. A pesar de mis años, aun
me emociona recordar todo lo que teníamos que hacer. Se disfrutaba, eso era
todo. “
“Posteriormente me pasaron al área del serrote que manejaba
el señor Castillo con el apoyo de cuatro
experimentados peladores de rolos, entre ellos uno que le apodaban “el Diablo”.
En este lugar se pelaban los troncos con afiladas hachas botando las cáscaras
hacia afuera y se metían en grandes
pailas que contenían agua hirviendo donde se sumergían para ensuavisar la
madera antes de pasar por unas rampas que las conducían a los grandes tornos
.De ahí me quitaron y me pasaron a botar
las cáscaras a la basura, era un trabajo muy duro de 12 horas y recuerdo que
cuando tocaban la campana para cenar, en algunas ocasiones se compadecía de mí
don Goyito Silva, y me invitada a cenar lo que le enviaba su familia. Después
de la cena, al sonar la campana pasados
15 minutos, de nuevo todos a trabajar. “
“Durante
esa época nos pagaban muy poco, pero como mucha gente no tenía trabajo, no se
podía despreciar. En ese entonces don
Felipe Valdez era el jefe de turno general, y
un día el Ing. Zamudio le pregunta
que si tenía bajo sus órdenes a alguna persona que le gustara o se
interesara en el procesamiento y la producción de triplay , con el fin de
capacitarlo y él le contestó ¡Tengo un muchacho muy trabajador!, pero lo
voy a necesitar aun esta semana, y luego lo podría pasar contigo. “
JEFE
DE PRODUCCIÓN.
“Durante
el tiempo que trabajé en triplay, llegué a ser jefe de producción y es cuando me entero que empezaron a
surgir algunos problemas laborales. Pero
antes, en el año de 1954, los directivo de las fábricas se fijaron en mí y en
Eusebio Díaz y es cuando nos mandan a Canadá para aprender el manejo de las
maquinarias alemanas y belgas que se utilizaban en las industrias madereras.
Ahí estuvimos más de 4 meses capacitándonos en todo lo concerniente a la marca
Bere para mover a nuestro regreso la fábrica de Lignoplay que se pensaba
instalar “
“Al
instalarse la fábrica de Lignoplay, y a sugerencia del Ing. Felipe Rodríguez,
me comisionan a esa fábrica a cuyo frente se hallaba el Ing. García, donde
estuve como ayudante directo, hasta que a la salida de él me dejan al
frente de esta fábrica. “
“La
fábrica de Lignoplay estaba en los terrenos de
atrás y su principal materia
prima era el aprovechamiento de los
desperdicios de otras fábricas y la leña
de árboles que era molida. De esta manera se utilizaba y aprovechaba a través
del reciclaje todo lo que no servía en las otras fábricas del mismo complejo
maderero. Acá aprendimos mucho del alemán Bernard de quien vimos la instalación
de una línea de producción. “
“Entonces
los directivos viendo que las empresas andaban
boyantes y con altos niveles de producción,
proyectaron la instalación de una 2ª
línea, aún más grande, casi al doble y es así que mientras la línea uno tiraba una hoja de 2.44
por 48 cms. por cada prensada, la línea dos realizaba el doble tirando dos hojas por cada prensada. “
UNA
EXPERIENCIA A LA LEJANA Y DESCONOCIDA COLOMBIA.
“Al
salir el Ing. Medina Vidiella de la dirección de las empresas madereras, lo
contratan para empezar trabajos de explotación forestal parecidos a lo que
había logrado, pero en Colombia, un lejano país de América del Sur. Para ello
se llevó a 30 personas de Colonia
Yucatán. Entre esas personas me embarqué
yo en esta aventura. Fuimos varios, entre ellos Honorio Interián, el “Negro”
Paredes, Ermilo Bojórquez, y muchos más que ahora no alcanzo a recordar. Estuve
ahí durante cuatro meses, pero tuve que regresar por la enfermedad de mi madre
que después de mi partida , se había agravado. Quería estar a su lado en
sus últimos momentos. Los demás se
quedaron. Era tanto el trabajo y la confianza que me tenía el Ing. Medina que
no quería que yo me regresara; pero ni manera, primero estaba mi mamá y tuvo
que dejarme regresar; me quiso llevar de nuevo,
a Colombia, pero ya no me quise volver a ir. “
“Nosotros
seguimos trabajando en la Colonia para surtir a la clientela, y desde entonces
ahí nos quedamos. Mi familia y yo, mis amigos queridos. Tan bien iban las
empresas que en una ocasión , ante la falta de mano de obra y al exceso de
trabajo, un día me dice el Ing. Zamudio,
Jaime tu que conoces gente de tu pueblo, ve a Cenotillo y ofreces entre
los que quieran 20 plazas para ocupar , solamente necesito que sea gente
trabajadora y responsable y es así que con mucha alegría y orgullo, me fui a mi
pueblo de donde un día salí sin trabajo a buscar gente y traje a 15 personas
que al llegar a Colonia ya tendrían trabajo seguro y casa segura. Entre ellos
recuerdo que traje a trabajar a Miguel
Tello, Marcelino Tello, Ramón Tello y mi sobrino Federico Castro, junto con mi
otro sobrino Vito Rodríguez, y otros más que posteriormente no se quedaron,
alguna razón tendrían. “
Por : José Antonio Ruiz
Silva.
Asociación de Cronistas e Historiadores
de Yucatán A.C.
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